En este caso lo que suele ser clave es que las historias transcurren en entornos naturales, poco explorados y que tienen un vínculo con cuestiones mucho más tradicionales. Este tipo de terror profundiza en lo antiguo e inexplicable; muchas transcurren en un terror diurno; además, se meten de lleno en rituales paganos. Ejemplos de esto son The Wicker Man (1973), y más actuales tenemos a Midsommar (2019) o la serie The Third Day (2020).
Gore
Según algunos especialistas, el objetivo de este subgénero es evidenciar la “fragilidad del cuerpo humano”. El gore comenzó con cintas de muy bajo presupuesto, caracterizándolas por el uso de mucha sangre artificial (evidente al ojo humano) y una violencia teatral. Justo estas cualidades lo llevaron a que tuviera esos elementos (en un inicio involuntarios) cómicos. En años recientes se ha creado una nueva línea, con un gore más serio y brutal, en donde no hay lugar para las carcajadas.

Thriller
El nombre de este subgénero se desprende de la palabra inglesa thrill (emocionar). Muchos suelen confundirlo con el suspenso. Sin embargo, el thriller tiene una gran peculiaridad: la trama se centra en tratar de descubrir algún misterio, dar con una identidad o seguir una investigación.

Suspenso
Busca provocar dos cosas en el público: emoción e interés de carácter mental. Por lo general, en este subgénero el espectador conoce un poco más que algunos personajes de la trama, situación que genera tensión y “estrés” en él. Uno de sus máximos exponentes fue Alfred Hitchcock, conocido como “El maestro del suspense”, quien definía este estilo de manera muy práctica mediante una escena: “dos hombres platican sentados en una mesa. La cámara nos permite ver que debajo de la mesa hay una bomba. Ellos no lo saben, pero quien está en la butaca sí”.
